La segunda y tercera semana de media veda han seguido la tónica general de otros años, aunque más flojo de lo tocaría al mes de septiembre. Hemos alternado días con algo de movimiento con días muy parados, en los que levantar media docena de codornices era toda una hazaña y después de sufrirlas mucho por perdidos y linderas. Como digo, muy floja esta primera semana de septiembre, en la que las codornices cazadas me han sorprendido por no tener todavía ni gota de grasa y ser muy raros los grupitos típicos de cuando empiezan a regresar a Africa.
En estas semanas centrales de la media veda he pasado ratos con amigos con los que siempre es un gusto compartir jornada. El incombustible Palomo, que se vino desde Campdevánol a pasar un par de días de caza con David y conmigo (amén de cenas y comidas hasta reventar), Javi "el salmantino" y su bretonina Jara (con la teckel Shira para aprender el "quieto", jajaja), y Carlos, con el que repetí visita a su coto palentino.
He vuelto a ver la fenomenal escuela que es la codorniz para los cachorros, tanto en la bretona de Javi y en la Sharon de mi padre, que esta última semana ha estado casi perfecta, como, sobre todo, en Duque, un cachorro de un año de Carlos que el primer día que fui con él y Juan a su coto de Palencia nos dejó fríos porque parecía que ni se enteraba de nada ni le importaba no enterarse, y que en cambio este fin de semana, con solo 3 salidas más, llenó de esperanzas a Carlos, empezando a patronear, buscando y hasta encontrando y poniendo, cazándole su primera codorniz, honor que recayó en mi Benelli.
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