La de ayer fue una jornada de caza que merece mención propia. Ante las previsiones de buen tiempo mi padre y yo fuimos al cazadero más bonito y duro de uno de nuestros cotos de montaña, en el que sabemos que podemos enfrentarnos a 3 bandos de perdices que por lo general salen siempre con todas las de ganar, pero al cual no faltamos a la cita al menos una jornada al año. Una ladera de matorral que sube desde los 1300 a los 2000 metros, con falsos llanos, peñas, pequeñas cárcavas y un incipiente estado de abandono del uso tradicional ganadero que hace que las urces, escobas y piornos hayan ido cubriendo los claros y pastizales e incluso el propio matorral empiece a ceder terreno ante el avance de los robles y abedules.
El día de ayer cumplió las expectativas. Tras la búsqueda infructuosa en la falda de la ladera de un primer bando de unas 10 que ha estado dejándose ver durante el rececho y que ayer no nos dio la cara, levantamos el segundo a 1750 metros de altura, haciéndose mi padre con un bonito macho del año pasado, volando el resto hacia los robledales de la ladera. Seguimos subiendo a ver si alguna despistada quedó por los claros y las que nos sorprenden son 6-7 pardas que nos alegran la vista y aceleran a los perros, huyendo por entre las peñas como cazas de combate. Para reponer fuerzas, un trago en la fuente de Cabaleche, a 1795 metros, agua pura donde las haya. De vuelta a las peñas rodeando los robles por el pastizal del alto nos salta una liebre de piornal que se burla de los dos tiros de mi padre poniendo urces de por medio. Finalmente, bajando ya al coche encontramos el tercer bando, pequeño, de solo 6-7 perdices, al que fallo estrepitosamente una perdiz por precipitado, de esas que estás imaginando cómo la cobran las perras antes de haber disparado, en fin... En el segundo levante mi padre se hace con una hembra del año. Les damos otro vuelo para confirmar que son solo 6 perdices y las dejamos tranquilas, el día ha sido más que suficiente y hay que asegurar que al menos 5 lleguen a final de temporada y resulte una pareja que pueda criar. Si la nieve no lo impide habrá que volver...