Tras el último celo de Xana en marzo una de las dos mamas de atrás le quedó un poco hinchada y produciendo constantemente un poco de líquido lechoso. Ha sido algo bastante normal en ella tras todos los celos, pero en esta ocasión no acabó de recogérsele la teta y al mes empezó a endurecérsele un poco. Ante la posibilidad de que fuera una mamitis la traté durante una semana sin resultado, lo que confirmaba el peor pronóstico, algo de tipo tumoral. Sin perder más tiempo se la llevé a mi cirujano de confianza, Pablo, de la clínica veterinaria Miño, en Miño (Coruña) y de un día para otro me hizo hueco para operarla. Resultado: un tumor principal en la mama en cuestión y otros dos pequeñitos en expansión hacia las mamas delanteras. Al día siguiente estaba como nueva, aunque tendrá un mes por delante de tranquilidad total para recuperarse.
Es de agradecer lo que ha avanzado la cirugía veterinaria en estos últimos años, especialmente con la llegada de la anestesia inhalatoria. Casi impensable hace 20 años someter a una perra de prácticamente 12 años (los cumple en julio) a una cirugía mamaria e histerectomía así y que al día siguiente ya se pueda levantar y comer normalmente. Eso y el empeño de muchos compañeros veterinarios como Pablo, una suerte poder recurrir a él con cualquier tipo de cirugía por complicada que parezca para que nuestros perros de caza salgan adelante.
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