Tres días de caza marcados por una mala climatología que nos hizo ir cambiando los planes sobre la marcha.
El jueves la lluvia vino acompañada por un vendaval que nos obligó a olvidarnos de patear laderas perdiceras y buscar refugio en zonas bajas más protegidas, unos desbroces con abedulares (en mi pueblo bidulos), acebales y espinos dispersos que nos sorprendieron con la presencia de 3 pitorras pudiendo estrenar la temporada con 2 de ellas.
El jueves la lluvia vino acompañada por un vendaval que nos obligó a olvidarnos de patear laderas perdiceras y buscar refugio en zonas bajas más protegidas, unos desbroces con abedulares (en mi pueblo bidulos), acebales y espinos dispersos que nos sorprendieron con la presencia de 3 pitorras pudiendo estrenar la temporada con 2 de ellas.
El sábado más de lo mismo, sin parar de llover fue la niebla la que nos impidió subir a la sierra tras las perdices, quedándonos esta vez en un robledal. Y nuevamente suerte con las becadas, dos vistas y una al zurrón. Aún así, están complicados los robles, todavía tienen mucha hoja y parece que con la lluvia han reverdecido, este año tardarán en limpiarse.
El domingo a primera hora una vuelta a ver si también vinieron las becacinas, pero ni rastro de ellas, habrá que esperar. Después otra vez a mojarnos a Omaña bajo la lluvia, cambiando de perros para que las veteranas vayan cogiendo poco a poco la forma. Sin sospecharlo tropezamos un bando de perdices, colgando una.
Y hasta el jueves a poner a secar botas, chalecos, pantalones, impermeables...¡ya me quedaba sin recambio!
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