martes, 16 de diciembre de 2014

Becadas pirenaicas

Este fin de semana tocó paliza de viaje a horas intempestivas para disfrutar del ya clásico fin de semana de caza por el Pirineo catalán, en los dominios de nuestro amigo Palomo. Esta vez nos acompañó además mi padre, aprovechando que el sábado había una cacería de venado en el coto. 
Al final el pelo pudo a la pluma y el sábado nos quedamos David y yo solos tras las becadas, acompañados por Xavi, también de Gerona, que el año pasado se llevó un cachorro de la camada de Neska y Mago. Por cierto, no se si será el aire del Mediterráneo o que, pero Iru se ha hecho un perrazo, con un físico que nos sorprendió, bastante más desarrollado que su hermano Bizkor, con el que compartió jornada. Fue una mañana rara, en una esquina del coto que nunca habíamos cazado y donde anduvimos un poco despistados debido a la cacería y en la que anduvimos detrás del rastro de 3 becadas a las que no conseguimos ver, se iban levantando por delante dejándonos solo la cagada, el ruido al levantar o algunas veces ni eso, solo la muestra de los perros entre cagada y revoloteo. Por la tarde, ya solos David y yo, el uno con Zambra y el otro con Lida, pudimos disfrutar de uno de esos lances para recordar. Después de dos levantes "fantasmas", a la tercera muestra Lida y Zambra se fueron turnando con unos peones y muestras entre los bojes que nos llevaron a sudar adrenalina durante algo más de un cuarto de hora. Resultó una joven tardía pero menudo juego nos dio. Como digo, para recordar, porque nos falló la batería de la Gopro después de tanto día de encender y apagar la cámara, una pena.


El domingo ya salimos a la zona que solemos cazar todos los años, haciendo equipo Manuel y yo por un lado y David y Palomo por otro la mayor parte del tiempo. Una cazada bien trabajada por Lida y Xana, otra que fallamos Manuel y yo pecando de principiantes, una tercera que después de un buen peón de Xana, Yara y Lida salió por la espalda de Manuel sin poderle tirar ni ser capaces de dar con ella en la rebusca, y el rastro de al menos otra más que nos dejó la cagada bien fresca en el único rato que coincidimos los cuatro juntos fue el resultado de un precioso día entre pinos y bojes.


Quizá menos becadas que otros años y más esquivas, pero todo está más que justificado por el hecho de disfrutar de un cazadero tan bonito y distinto a los nuestros y, sobre todo, de la compañía y el afecto toda la familia de Palomo, que nos hace sentirnos como en casa, ¡¡mil gracias!!

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