Ya picados con las pitorras y con las previsiones de lluvia amenazando, dedicamos los tres días a meternos a los robles, con Xana ya reincorporada al equipo. El jueves acompañado de Manuel y Yara, recuperados ambos del susto de la semana pasada, tuvimos la suerte de pillar una entradita y volar cuatro becadas, que nos tuvieron toda la mañana en danza. La suerte estuvo de mi lado y pude hacer el primer cupo de la temporada, y quién sabe si único dado lo raro que es hacerlos por nuestros cotos. Mala suerte para Manuel que no pudo cazar la única a la que pudo tirar. Hubo un poco de todo, un par de ellas metidas en zonas espesas típicas de invernada y un par de ellas al borde de caminos, típico de las recién llegadas. Y encima pude grabar todos los lances, así que qué menos que hacer un video para recordar el día.
El sábado repetí cazadero y fue una vuelta a la realidad. Toda la mañana sin tener ni rastro y una vista por la tarde que nos tuvo a las perras y a mi en tensión hasta que pudimos cobrarla al tercer levante. Le gustaba apeonar y salir larga pero al final dio una opción a tiro que pude aprovechar.
El domingo diluvio de agua, así que salida sin mucho ánimo, pero estamos empezando y nos pueden las ganas. A la hora de empezar a cazar las perras me pusieron una pitorra que tras aguantar la muestra unos minutos que se me hicieron eternos decidió salir cara a ellas dejándome con cara de tonto cuando ya esperaba un tiro fácil. En la rebusca costó un rato dar con ella de nuevo, con un levante largo sin dar opción a tiro tras la muestra y correspondiente peón de las perras y finalmente un tercer levante también largo tras un también largo peón pero en el que dejó un resquicio al dar un quiebro encima de una mata, lo que resultó su perdición y correspondiente premio al esfuerzo de Xana y Lida. Escurriendo como estábamos los tres y después del buen rato pasado, dí por finalizada la jornada a las 12, para días así de desapacibles era más que suficiente.