martes, 25 de noviembre de 2014

Cupo y vuelta a la realidad

Ya picados con las pitorras y con las previsiones de lluvia amenazando, dedicamos los tres días a meternos a los robles, con Xana ya reincorporada al equipo. El jueves acompañado de Manuel y Yara, recuperados ambos del susto de la semana pasada, tuvimos la suerte de pillar una entradita y volar cuatro becadas, que nos tuvieron toda la mañana en danza. La suerte estuvo de mi lado y pude hacer el primer cupo de la temporada, y quién sabe si único dado lo raro que es hacerlos por nuestros cotos. Mala suerte para Manuel que no pudo cazar la única a la que pudo tirar. Hubo un poco de todo, un par de ellas metidas en zonas espesas típicas de invernada y un par de ellas al borde de caminos, típico de las recién llegadas. Y encima pude grabar todos los lances, así que qué menos que hacer un video para recordar el día.


El sábado repetí cazadero y fue una vuelta a la realidad. Toda la mañana sin tener ni rastro y una vista por la tarde que nos tuvo a las perras y a mi en tensión hasta que pudimos cobrarla al tercer levante. Le gustaba apeonar y salir larga pero al final dio una opción a tiro que pude aprovechar.


El domingo diluvio de agua, así que salida sin mucho ánimo, pero estamos empezando y nos pueden las ganas. A la hora de empezar a cazar las perras me pusieron una pitorra que tras aguantar la muestra unos minutos que se me hicieron eternos decidió salir cara a ellas dejándome con cara de tonto cuando ya esperaba un tiro fácil. En la rebusca costó un rato dar con ella de nuevo, con un levante largo sin dar opción a tiro tras la muestra y correspondiente peón de las perras y finalmente un tercer levante también largo tras un también largo peón pero en el que dejó un resquicio al dar un quiebro encima de una mata, lo que resultó su perdición y correspondiente premio al esfuerzo de Xana y Lida. Escurriendo como estábamos los tres y después del buen rato pasado, dí por finalizada la jornada a las 12, para días así de desapacibles era más que suficiente.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La prometedora Txuwi nos deja desolados

Apenas nos habíamos recuperado de la pérdida temporal de la Yara de Manuel cuando llega otro mazazo canino, este con mucho peor desenlace, en las carnes de la Txuwi de David. 
Tras cazar con ella el sábado y verla un poco floja, el domingo la vio cansada y le dio descanso. El lunes al levantarse la perra no se movía y estando yo fuera todo el día bajó con ella a la clínica de León a la que suelo ir cuando necesito que algún perro pase por quirófano. Primer diagnóstico: perforación de estómago y peritonitis. Rápida fluidoterapia y vitamina K para estabilizarla de cara a la operación pero no aguantó, murió a los pocos minutos. Un mazazo con mayúsculas para David y para nuestro afijo, puesto que con año y medio que tenía se perfilaba como una gran promesa de futuro después de la buena media veda que había hecho y de que en Estonia fuera de los perros que más supo aprovechar la experiencia.
En fin, un gran disgusto del que no estamos nunca exentos los que tenemos perros de caza. Nos dan infinitas alegrías, pero qué mal lo pasamos cuando sucede algún incidente de este tipo o simplemente se mueren de viejos...
Personalmente siempre la recordaré como la que mostró la becada que mejor he podido fotografiar hasta la fecha, en el minuto 3:35 del video de Estonia que ya colgué en su día y que vuelvo a poner aquí. 


¡¡¡GRACIAS TXUWI!!!

lunes, 17 de noviembre de 2014

Tiempo de picos largos

Tras un primer intento el sábado pasado, el jueves programamos una segunda salida en el coto más becadero que tengo, acompañado de Manuel. Sin embargo, la niebla y el agua cayendo a mares nos hicieron cambiar de rumbo e ir a probar de nuevo al llano. Resultó un día para olvidar, al cuarto de hora de salir Yara, la pointer de Manuel, desapareció, y tras 6 horas de búsqueda tuvimos que dejarlo por imposible sin tener ni rastro de ella. El agua que caía y el fuerte viento no ayudaba, difícil que nos oyera. Por la tarde hice una salida de hora y media y Lida me brindó la primera pitorra de la temporada, pero no la disfruté porque todavía tenía a Yara en la cabeza. El viernes volvimos a buscarla a la zona y después de 3 horas y cuando ya nos dirigíamos al cuartel de la Guardia Civil a poner la denuncia, la vimos venir por un camino detrás del coche. En ese momento se liberó toda la tensión, el mal cuerpo que teníamos y otra vez volvimos a los comentarios de caza, planificaciones de jornadas, expectativas... y acordarme de la primera becada de la temporada cazada el día anterior. En fin, un mal trago afortunadamente con final feliz.


El domingo de nuevo al llano empujados esta vez por la nieve que cubrió la montaña el sábado y la niebla con que amaneció el día allí. Jornada entretenida mano a mano Lida y yo en la que volamos dos pitorras, la primera se vino a casa con nosotros y la segunda burlándonos en 3 levantes sin posibilidad de disparo, saliendo siempre larga y tapada, una espabilada con la que habrá que batirse en duelo más adelante. Después un paseo a ver si las becacinas también habían llegado, pero parece que están más remolonas. Solo vi 5 y sueltas, cuando lo normal es ver mínimo una docena y en grupitos de 2 ó 3. Aún así pude hacerme con una, con lo que doy por comenzada de pleno la temporada de picos largos, becadas y becacinas, que a partir de ahora acapararán la mayoría de las jornadas de lo que resta de temporada.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Días de pelo

Estos últimos días de caza ha tocado pelo, la pluma no se ha dejado tocar. El jueves volví con mi padre a la zona donde el domingo pasado había volado dos bandos de rubias y allí que volvimos a verlas, pero esta vez los dos bandos volaron al coto de al lado sin poder tirarles y nos dieron calabazas. Por la tarde me fui a dar una vuelta a unos abedulares y matas de roble de un alto a ver si teníamos ya alguna pitorra. En una de esas matas las perras mostraron firmes, un pequeño peón y de nuevo en muestra. Nervios, tensión... y arranca una liebre entre los robles. Resultó ser un macho de liebre de piornal, 2,7 kg que en el chaleco pesan lo suyo. Hacía unos cuantos años que no cobraba ninguna, así que también me hizo ilusión. Otra endemismo de nuestra fauna vagamente descrita, muy poco estudiada y de la que cuesta mucho encontrar fotos en vivo.


Ante las previsiones de mal tiempo para la montaña (y acertaron, tuvimos la zona tapada de niebla y lloviendo a mares), el sábado quedé con mi amigo bretonero José Mejido para dedicar una primera jornada a las pitorras de los robledales del llano, un poco pronto de fechas, pero hay que empezar a tantear. Ni rastro de ellas, y las que pagaron nuestro intrusismo en el monte fueron una liebre, esta ya ibérica,y un conejo "CR7" que tras varios quiebros entre los robles al final se equivocó de banda. Como colofón al día una parrilla de alitas y conejo de monte adobado que nos quitaron las penas e hicieron que la tertulia se alargara merecidamente. La liebre me ha venido bien para hacer unas cuantas fotos junto con la de piornal para ver diferencias entre una especie y la otra, algo que no he encontrado en ninguna publicación o libro y que espero sirva a cualquier interesado en la materia.


El domingo vuelta a la montaña con mi padre, con Xana de baja. El sábado debió clavarse un palo en una axila y se hizo un buen boquete; 4 grapas de sutura y descanso de al menos una semana. Un día desapacible, con nieve en los altos y una brisa que cortaba la cara. Las perdices estaban a buen recaudo y no se dejaron ver más que dos solas, las despistadas de sus respectivos bandos, que debieron volar entre las escobas sin que llegáramos a escucharlas, solo nos dejaron sus gallinazas y alguna muestra de los perros como señal de su presencia. Otra vuelta a casa con una buena panzada de andar por el monte, al menos nos ponemos en forma.



martes, 4 de noviembre de 2014

Entre perdices y cazuelas

Fin de semana de nuevo tras las montaraces perdices. Dos medias jornadas solo de mañana probando un coto nuevo al que me han invitado a cazar la menor este año. El sábado, acompañado de mi padre, tras cuatro horas de caza solo vimos un bando de 6-7 perdices del que pude hacerme con un macho viejo que parecía el padre de todas las del coto. En la báscula dio 585 gramos, un buen bicho, con el buche repleto de semillas y hojas verdes a diferencia de las que habíamos cazado hasta ahora en las que predominaban los saltamontes y escarabajos. Además vimos dos zorros, un gato montés y 14 corzos con lo que estuvimos toda la mañana entretenidos.


El domingo volví solo a la parte más alta del coto y en otras cuatro horas de caza vi más rastros, gallinazas y muestras de los perros que en todos los días que llevamos de temporada juntos, pero la escopeta quedó muda, sin opción. Un bando de perdices rubias al que solo sentí volar entre unas urces y que solo pude ver cuando se metían al coto de al lado y otro que me dio dos vuelos entre las peñas sin dejarme arrimar a ellas y que finalmente se descolgó ladera abajo a una mata de robles donde ya no bajé por falta de tiempo (y de ganas, desnivel del 31% me marcaba el GPS del móvil...). Entre medias 4 pardas despistadas que me dejaron disfrutar de la muestra de las perras, aunque pensando que sería el rastro de las rubias recién levantadas no saqué tan siquiera la cámara para grabarlas, con las ganas que tengo de hacerles algún video levantando, otra vez será. Es raro, la rojas parece que han criado bien y la pardas me dice la mayor parte de la gente que también, pero yo solo he visto dos bandos pequeños que me hacen pensar que por mi zona no han criado tan bien. La cruda realidad de las Perdix es que tras prohibirse su caza nadie se ha preocupado tan siquiera de hacer un censo para ver cómo le va a la especie, está abandonada a su suerte, solo sabemos de ellas algún guarda preocupado, algún cazador que gusta de perrearlas de vez en cuando y algún furtivo de gatillo fácil, una pena.
Y hoy he podido disfrutar de la perdiz del sábado otra vez, en esta ocasión en el plato. La falta de tiempo de estos años de atrás me llevaba a lo fácil, dárselas a mi madre para que las preparara o hacerlas en escabeche, mucho más rápido y limpio. Este año, con el parón de trabajo hasta mediados de este mes, he vuelto a las viejas costumbres y a cocinar la caza con mimo: un arroz meloso de perdiz que he disfrutado casi tanto como el lance. El consumo de la carne de caza es una delicia, casi privilegio, diría yo, al que los propios cazadores deberíamos dar más valor aún si cabe.