Tras un primer intento el sábado pasado, el jueves programamos una segunda salida en el coto más becadero que tengo, acompañado de Manuel. Sin embargo, la niebla y el agua cayendo a mares nos hicieron cambiar de rumbo e ir a probar de nuevo al llano. Resultó un día para olvidar, al cuarto de hora de salir Yara, la pointer de Manuel, desapareció, y tras 6 horas de búsqueda tuvimos que dejarlo por imposible sin tener ni rastro de ella. El agua que caía y el fuerte viento no ayudaba, difícil que nos oyera. Por la tarde hice una salida de hora y media y Lida me brindó la primera pitorra de la temporada, pero no la disfruté porque todavía tenía a Yara en la cabeza. El viernes volvimos a buscarla a la zona y después de 3 horas y cuando ya nos dirigíamos al cuartel de la Guardia Civil a poner la denuncia, la vimos venir por un camino detrás del coche. En ese momento se liberó toda la tensión, el mal cuerpo que teníamos y otra vez volvimos a los comentarios de caza, planificaciones de jornadas, expectativas... y acordarme de la primera becada de la temporada cazada el día anterior. En fin, un mal trago afortunadamente con final feliz.
El domingo de nuevo al llano empujados esta vez por la nieve que cubrió la montaña el sábado y la niebla con que amaneció el día allí. Jornada entretenida mano a mano Lida y yo en la que volamos dos pitorras, la primera se vino a casa con nosotros y la segunda burlándonos en 3 levantes sin posibilidad de disparo, saliendo siempre larga y tapada, una espabilada con la que habrá que batirse en duelo más adelante. Después un paseo a ver si las becacinas también habían llegado, pero parece que están más remolonas. Solo vi 5 y sueltas, cuando lo normal es ver mínimo una docena y en grupitos de 2 ó 3. Aún así pude hacerme con una, con lo que doy por comenzada de pleno la temporada de picos largos, becadas y becacinas, que a partir de ahora acapararán la mayoría de las jornadas de lo que resta de temporada.
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