El sábado pasado la cuadrilla de amigos de José Luis Garrido me invitó a un monte de encinas en medio del Páramo leonés, una isla arbolada en medio de hectáreas y hectáreas de maíz. Ellos cazan fundamentalmente el conejo, pero alguna vez levantan chochas y tenían ganas de que fuera alguien con perros enseñados a ellas. La niebla casi nos frustra la jornada, pero al final pudimos dar una vuelta de casi tres horas, en las que vimos 3 y cazamos 1, con algún rastro más que no pudimos confirmar si sería de ellas al no ver pájaro. Después homenaje gastronómico de otras tres horas al calor de la lumbre con menú muy variado: cecina de León, Nécoras coruñesas, lechazo al estilo de Traspinedo (Valladolid), paté de perdiz de La Mancha, pasteles de Benavente... ¡¡bendita niebla!! jajaja.
El domingo jornada reducida de dos horas cerca de casa, otra mañana de niebla y helada sin ver ni pluma ni pelo, días así no se mueve ni el tato y no me extraña.
Este jueves repetí paseo vespertino por las encinas de la semana pasada al terminar de trabajar, esta vez bajo una incómoda lluvia que me dejó calado hasta los huesos. Me tocó ir sólo con Lida al lesionarse Xana el día anterior; en una carrera tonta se arrancó dos uñas de una mano con una piedra y quedó fuera de combate para una semana por lo menos. Volví a ver la que quedó el jueves pasado y de nuevo nos voló dos veces sin poder tirarle un tiro. Con la defensa que tienen allí si das con una pitorra veterana no hay nada que hacer. Después volé otra que tampoco pude tirar por no andar listo, viendo el peón que daba Lida si me hubiera adelantado rápido a la salida de las encinas pudiera haber tenido alguna opción. No volveré allí, así que espero que nos veamos la temporada que viene.
Ayer la nieve me hizo cambiar los planes. Pese a ir al coto más sureño y de menor altitud a las 10 de la mañana me planto allí y me encuentro todo tapado, con dos dedos de nieve y -5º. Con pinta de tardar en limpiar a las 11 hablo con Mejido y me dice que en el coto que tenemos juntos no hay nieve, así que para allí que me voy. Y el segundo plato resultó excelente. Volamos 5 becadas y nos hicimos con 4, disfrutando además de un buen trabajo conjunto de Lida con Polo, Chiqui y Quilla. Por primera vez les vimos hacer equipo, después de 4-5 jornadas parece que se van conociendo y engranando. Muestras de todos los perros, patrones, guías, levantes para unos y otros, cobros... lo dicho una jornada excelente. Y mi primera becada cazada a muestra de bretón, ¡¡bravo por Chiqui!!
Hoy domingo la nieve no me ha permitido salir al monte, pero al menos me ha permitido la alternativa de poder dar un paseo a las becacinas, que este año las tenía un poco olvidadas por las pocas que había visto los días que fui. Hoy 14-16 vistas, 9 tiros y solo una cazada, todo un recital de fallos con el gatillo o de saber sacar ventaja al viento las agachadizas... Lástima que el terreno donde las puedo cazar sea tan pequeño (en una hora, hora y media lo tienes recorrido) porque es una caza que me tiene enganchado. Para mi no hay pieza más exigente tanto para los perros, un paso de más o una carrera alocada y adiós muy buenas a las pocas oportunidades que dan de acercarse a ellas, como para el cazador, una salida endiablada con trayectoria cambiante y a una distancia que casi no da opción a rectificar si fallas el primer tiro. En fin, que tener algún día un sitio donde poder salir regularmente a ellas sería cumplir un sueño.
Hoy domingo la nieve no me ha permitido salir al monte, pero al menos me ha permitido la alternativa de poder dar un paseo a las becacinas, que este año las tenía un poco olvidadas por las pocas que había visto los días que fui. Hoy 14-16 vistas, 9 tiros y solo una cazada, todo un recital de fallos con el gatillo o de saber sacar ventaja al viento las agachadizas... Lástima que el terreno donde las puedo cazar sea tan pequeño (en una hora, hora y media lo tienes recorrido) porque es una caza que me tiene enganchado. Para mi no hay pieza más exigente tanto para los perros, un paso de más o una carrera alocada y adiós muy buenas a las pocas oportunidades que dan de acercarse a ellas, como para el cazador, una salida endiablada con trayectoria cambiante y a una distancia que casi no da opción a rectificar si fallas el primer tiro. En fin, que tener algún día un sitio donde poder salir regularmente a ellas sería cumplir un sueño.
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