Los compromisos laborales nos han reducido las jornadas de caza a unas pocas horas estos últimos días. El jueves un ratín en el pueblo después de comer que no se dio mal, levantando una pitorra nerviosa que conseguí tirar y cobrar al tercer levante. Después tuve rastro de otra con varias frezas pero sin que se dejara ver. Saqué nuevamente a Lida y tuve la suerte de que la pitorra cayera de ala, con lo que después se la se la escondí a Lida un par de veces a ver que hacía. La primera vez se la tragó y la cogió cuando revoloteó. La segunda la mostró un par de minutos antes de meterse a cogerla. Van despertando sus instintos...
El sábado trabajando en Cantabria con un Máster en fauna silvestre, pero por la mañana tuve tiempo de salir un par de horas con Felipe a conocer su coto acompañados por mi Hera y su nieta Kala, en manos del propio Felipe. Había cacería de jabalí, así que fuimos a un trozo que quedaba libre y que Felipe no había andado este año. Una ladera bastante abierta y limpia pero muy bonita, con acebos, avellanos y tejos, novedad importante para mi, porque creo que es la primera vez que cazo entre tejos. Cogimos una al segundo levante y volamos otra que nos dejó la freza como recuerdo. Eso sí, no paramos de hablar en toda la mañana. ¡Qué grande Felipe!
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