Un par de semanas sin escribir, ¡¡se me acumula el trabajo y los lances!! Estos últimos días de caza he salido casi siempre acompañado por amigos variados y cazaderos diferentes, probando incluso sitios nuevos donde nunca había cazado. No ha habido resultados espectaculares pero las pitorras siempre han hecho acto de presencia y nos han dado pie a estar entretenidos por el monte.
Con Manuel y Mejido hicimos equipo para dar una vuelta por robledales de la media montaña de León. Una jornada en la que vimos 3 pitorras muy ariscas y metidas en sitios bastante sucios, algo que nos resultó raro para las fechas en las que estamos y, sobre todo, para el tiempo que hacía hace dos semanas, templado y húmedo. Quizá barruntaran la borrasca que la semana siguiente dejó las primeras nieves y ya estaban ocupando sitios de invernada. El caso es que solo pudimos hacernos con una que hábilmente bajó Mejido con un tiro de reflejos cuando ya se nos levantaba por delante sin casi dejarse ver. Fue la tónica de los 10 levantes que tuvimos entre las 3, menos mal que al menos los perros pudieron morder una después de tanto peón y levante largo en el único tiro en toda la mañana.
La siguiente jornada fui con Carlos a su coto de Palencia, a priori bueno de entrada. Toda la mañana sin un triste rastro. A primera hora de la tarde Lida y Xana al fin consiguieron dar con una en un arroyo, 3 tiros de Carlos y nos parece que va pinchada. Seguimos en su dirección y 50 metros más adelante las perras de nuevo en muestra fija, pero no sale nada. Pensando en si podría haber dado un bote al pinar de al lado, empieza a sonar el collar de Lida a unos 80 metros. Llega Xana y patronea. Nos colocamos los dos, mando entrar a las perras, Xana rompe y queda de nuevo en muestra unos metros por delante de Lida. Me acerco poco a poco y llego a ver la pitorra camuflada entre las urces. Me sale a media altura hacia atrás, la dejo cumplir esperando a que Carlos tire y finalmente tiramos los dos a la vez abatiéndola. Por lo que hizo seguramente iba pinchada del primer levante como así nos pareció en el momento. Lo mejor fue el video resultante, se la ve como ninguna de las que había grabado hasta ahora en un día de caza.
Al día siguiente solo salí de mañana yo solo a tocar un monte que tenía sin visitar. Poca cosa, una pitorra a media mañana a la que no pude tirar en el primer levante y que en el segundo tuve suerte, porque nada más quedar las perras puestas en una esquina de una mata de robles sale por la otra punta de la mata pero cara a mi que me estaba acercando a la jugada, con lo que después de pasarme por encima me brindó el tiro más fácil de lo que llevo de temporada.
Al jueves siguiente el trabajo no me dejó salir más que a dar una vuelta de hora y media por unas encinas donde nunca cazo porque me quedan a desmano y además tienen bastante conejo con lo que los fines de semana están copadas de podencos, sabuesos y conejeros. Ese día el trabajo me llevó por la zona y a las 16,30 que llegué allí no había nadie, así que me decidí a probar. Resultó un paseo movido, con cuatro levantes a dos chochas que no me dejaron ni encarar la escopeta. Menuda protección tienen en las encinas, a mi que me gusta disfrutar del lance, ver la pieza, dejarla volar y apuntar, en esos sitios que piden tirar casi al ruido, sin ver y a tenazón me sacan mucha ventaja.
El fin de semana de nuevo en compañía, esta vez de dos perdiceros vallisoletanos poco acostumbrados a las becadas pero que hacía años tenía ganas que me acompañaran un día, José Luis Garrido, una institución en el mundo de la caza en España, y su compañero de fatigas cinegéticas Carlos Sastre, acompañados también por mi amigo Juan, que vino desde Asturias huyendo del temporal de agua que tenían por allí ese sábado. Una mañana en la que levantamos dos pitorras y conseguimos cumplir el objetivo de los vallisoletanos tuvieran opción, puesto que la primera se levantó entre Lida y yo volando por encima de ellos dos abatiéndola Carlos de un certero disparo. La otra no nos dio opción y tras tres levantes puñeteros no volvimos a verla. Entre las pitorras, las carreras de 3 liebres que levantamos, el andar tranquilo, los habituales chascarrillos y el intercambio de vivencias cinegéticas con estos dos veteranos cazadores, verdadera escuela en vivo para cualquiera que tenga la suerte de compartir una jornada con ellos, se me pasó la que quizá haya sido la mañana más entretenida de la temporada.
Después de comer y de que cada uno volviera a su casa, con todavía una hora de luz por delante me quedé solo a dar una vuelta por otra parte del coto. Apareció otra pitorra que me puso Xana ya casi entre dos luces y aunque después del segundo tiro me pareció que hizo un raro siguió volando. Seguí en la dirección en que la dejé de ver y al poco las perras empiezan a dar un peón, más peón, y más y más, hasta que unos minutos más tarde y cuando ya pensaba que estaban detrás de alguna liebre o de otro rastro viene Xana con la pitorra en la boca, con la lógica alegría por mi parte, abrazos y besos para Xana y Lida.
El domingo tocó descanso por la mañana y trabajo al mediodía cogiendo muestras en una cacería de jabalí, que me llevó nuevamente cerca de las encinas del jueves pasado, así que por la tarde le di una nueva oportunidad de dos horas a las encinas. No llevábamos ni cinco minutos cuando tenemos la primera muestra. Pensando como colocarme siento levantarse un bando de perdices, 6-8 por el ruido. Seguimos cazando y al rato nueva muestra en unas encinas cerradas. Cuando espero salir la becada arranca una perdiz ruidosa que logro ver un momento, lo justo para tirarle y hacerme con ella, un bonito macho del año. Al rato nueva muestra y una pitorra que me arranca sin verla aunque las perras sí que salen corriendo detrás de ella. Sigo andando en la dirección en que salió pensando que las encinas se me resisten cuando nuevamente suena el beeper de Lida. Xana llega y pone por el otro lado de las encinas y me coloco perpendicular a las dos y algo separado a ver si tengo más ángulo de visión. Las mando entrar pero no acaban de romper la muestra. Así pasamos unos segundos, minutos, horas me parece a mi, hasta que arranca y antes del quiebro para librar la siguiente encina puedo tirarle y hacerme con ella.
El lunes mañana por mi pueblo para cerrar el fin de semana de tres días. Con mucha helada y días previos de nieve y frío decido meterme en un par de arroyos a ver, sacando además a la vieja Hera, que todavía me aguanta recorridos de un par de horas, pero no encuentro ni rastro. Me paso al robledal y las perras dan con una pitorra en una zona de robles grandes muy limpia, lo que supone que la pitorra haga un peón largo y se levante lejos viéndola de milagro. Otro levante parecido más adelante y a la tercera, cuando iba por el mismo camino de las dos veces anteriores, esta vez se despista con la distancia dando a Xana la oportunidad de volver a mostrarla después del peón, y a mi de abatírsela cuando ya quería poner tierra de por medio levantando por detrás de una urz.
En fin, días con amigos, ratos de soledad y alguna que otra pitorra para entretener a perros y cazadores, así que poco más podemos pedir.